Administradores ilustres
Domingo Xosé Rodríguez Blanco (1711-1747)
El Administrador que transformó As Ermitas. Nacido en Mormentelos, una aldea próxima al Santuario, estudió Gramática y Arte en la Universidad de Alcalá de Henares, para después ordenarse sacerdote en el Colegio Mayor de San Ildefonso.
Fue nombrado Administrador en 1711 y desde el inicio de su labor, este hombre culto, tenaz y brillante, se propone transformar por completo el Santuario de As Ermitas hasta convertirlo en un centro religioso de referencia en todo el noroeste peninsular.
Durante su administración, se construyen las dos naves laterales de la Iglesia, se remata la fachada con las dos torres y la maravillosa calle central, se completa la Casa Rectoral, se amplía el Atrio, y se inicia la construcción del Calvario, su obra más emblemática. Cuando Domingo Xosé Rodríguez Blanco fallece en 1747, el Santuario de As Ermitas era prácticamente como lo conocemos hoy en día.
Antonio Tato Fidalgo (1891-1918)
A lo largo de su extensa Administración, su labor se centra en la conservación del magnífico legado de sus antecesores. Restaura las imágenes del Via Crucis; coloca piedra en todo el piso de madera de la Iglesia, a excepción del presbiterio; sustituye la reja de entrada al Atrio y reforma el interior de la Casa de Administración.
Impulsa la construcción, desde 1897, de la carretera que va desde Freixido, en el ayuntamiento de Larouco, hasta As Ermitas y que más tarde se prolongaría hasta Viana do Bolo.
En 1909 tiene que hacer frente a la mayor catástrofe conocida por el Santuario, cuando se produce el desprendimiento de parte de la montaña en la que éste se asienta. Desde ese momento, todos los fondos disponibles se destinan a la reconstrucción, lo que paraliza para siempre su obra más ambiciosa, una capilla en lo más alto del Calvario.
Felipe Álvarez Álvarez (1928-1966)
Natural de Arcos, en Vilamartín de Valdeorras, entre 1944 y 1956 compagina su cargo de Administrador en el Santuario con el de Rector del Seminario Menor Diocesano de As Ermitas.
Como Administrador del Santuario, lleva a cabo ciertas obras de adecentamiento y de ampliación, la mayor parte de ellas con el fin de mejorar las instalaciones para los estudiantes. También coloca el precioso altar de plata que podemos ver en la Iglesia.
Pero es su magnífica labor en el campo docente, como Rector del Seminario de As Ermitas y antes como responsable de la Preceptoría, lo que sitúa a Felipe Álvarez como una de las personalidades más fascinantes de Valdeorras en todo el siglo XX.
Con medios muy escasos, pero con tenacidad, ilusión y un extraordinario amor por la enseñanza, el equipo de Felipe Álvarez hizo posible el acceso al estudio, sin distinción alguna por su procedencia, de miles de jóvenes de toda la comarca, ofreciéndoles una oportunidad que para muchos de ellos no hubiera existido sin el Seminario.